martes, 4 de enero de 2011

¿Es conveniente erradicar la polio?


Arthur Caplan
FILADELFIA – Este año hubo un brote de poliomielitis en Asia Central con 560 casos registrados en Tayikistán. Se han diagnosticado más casos en Rusia y Uzbekistán, en los que al parecer la enfermedad ha sido transmitida por personas infectadas pero asintomáticas de Tayikistán.
El brote en Tayikistán es particularmente inquietante porque la Organización Mundial de la Salud había certificado a ese país como zona libre de poliomielitis. De hecho, la campaña para erradicar la polio, como muestra la tragedia de Tayikistán, podría poner a todo el mundo en peligro. No tiene sentido hablar de erradicar enfermedades como la polio si un pequeño brote en una parte remota del mundo se puede propagar rápidamente y poner en riesgo a miles de millones de personas.
No se trata de una situación hipotética. El hemisferio occidental fue certificado como zona libre de polio hace veinte años, pero recientemente, en 2000, ha habido casos en Haití y en República Dominicana. Se informaron de 4 personas infectadas en la comunidad amish de Minessota en 2005, y muchos otros casos se han registrado en años recientes en Angola, Nigeria, Uganda, Kenia, Benín, la India, Nigeria, Somalia, Pakistán, Sudán y en otros lugares.
Para muchos en el área de la salud pública, el mayor triunfo del siglo fue la erradicación  de la viruela. Este logro extraordinario ha tenido una influencia esencial en varios gobiernos y organizaciones nacionales e internacionales, incluidas la OMS, los Rotarios y la Fundación Gates, para sumar esfuerzos y erradicar muchas otras enfermedades contagiosas como el sarampión, el paludismo y la polio.
Erradicar enfermedades que han cobrado vidas o incapacitado a muchas personas es un objetivo que es fácil de entender y apoyar. Como comentó la directora de la OMS, Margaret Chan, ante una audiencia de personas de los Rotarios en su convención anual del año pasado, “La comunidad internacional tiene muy pocas oportunidades de mejorar este mundo de forma significativa y duradera. La erradicación de la polio es una de ellas.” Además, las conversaciones sobre la erradicación de enfermedades es un medio sin parangón para recaudar fondos, ganar la participación de los políticos y obtener una cobertura positiva de los medios de comunicación.”
Sin embargo, hay razones para preguntarse si los esfuerzos sistemáticos para erradicar la polio –en comparación con el control y gestión agresivos y eficaces de las enfermedades- es lo más conveniente.
Si la erradicación de la polio es el objetivo de las campañas actuales de salud pública, es importante reconocer exactamente la meta que se persigue. Hablar de erradicación significa una cura permanente de la enfermedad y, por consiguiente, el permiso de bajar la guardia contra ella. Sin embargo, las consecuencias de sustituir la vigilancia con la indiferencia en lo que se refiere a la polio son muy riesgosas en el mundo de ahora.
Para empezar, la vigilancia necesaria para lograr la erradicación es un enorme reto. La inestabilidad política, las guerras y la descomposición social, así como gobiernos reacios algunas veces hacen que el acceso sea casi imposible a algunos lugares del mundo. Además, no se pueden detectar todos los casos de polio porque no todas las personas presentan los síntomas. Y el desafío de garantizar una vigilancia adecuada parece insuperable si se considera que la polio puede brotar repentinamente en su forma salvaje.
Es muy costoso seguir los casos más recientes de polio. Los esfuerzos de erradicación ejercen presión sobre la frágil infraestructura de salud pública y el apoyo comunitario porque los presupuestos de los gobiernos y recursos en los países pobres se están desviando a problemas locales más urgentes.
En otras partes del mundo, la aparición del respeto al derecho del paciente a rechazar las vacunas crea un desafío difícil para los que buscan erradicar las enfermedades como la polio. Las tasas de vacunación en muchos lugares de los Estados Unidos han caído muy por debajo del 90% en lo que se refiere a la polio, lo que significa que el riesgo de un brote es muy alto con un solo caso que se presente. Además, en una era de viajes por aire masivos, un caso de polio en Tayikistán puede propagarse a Utah en un día.
Finalmente, está la posibilidad permanente del bioterrorismo. Solo por esta razón, no se debe confiar en las exigencias de erradicación de enfermedades como la polio.
Por supuesto, la erradicación de la polio es un objetivo noble. Sin embargo, no es el adecuado. Lo mejor que se puede hacer es tratar de controlar la polio y esperar que las condiciones políticas, económicas y éticas nos permitan llegar a ese objetivo. Aquellos que participan en los esfuerzos para erradicar completamente la enfermedad deben replantearse su meta, porque la fe en objetivos inalcanzables puede conducir al desastre.
Arthur Caplan es profesor de bioética y director del Centro de Bioética de la Universidad de Pensilvania.
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