Apesar de las numerosas pruebas en la literatura sobre su, si no inocuidad –la radiación que emiten es insuficiente para alterar el ADN, aunque puede llegar a provocar un incremento de la temperatura corporal–, no nocividad, las antenas de telefonía móvil siguen siendo consideradas peligrosas en el imaginario popular. Una creencia que, una vez más, ha vuelto a ser rebatida, en esta ocasión en una revisión publicada en Medicina Clínica (doi:10.1016/j.medcli.2008.09.028) que constata la ausencia de pruebas que demuestren que ejerzan ningún efecto perjudicial sobre la salud.
Los campos electromagnéticos (CEM) de radiofrecuencias (RF) emitidos por las antenas de telefonía móvil se engloban en el espectro electromagnético de la radiación no ionizante, por lo que su energía resulta insuficiente para destruir el ADN. Sin embargo, pueden penetrar el tejido humano y causar un aumento de la temperatura. Pero como recuerdan los autores, los Profs. Francisco Vargas y Patricia Crespo, miembros del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud de la Fundación General de la Universidad Complutense de Madrid, “el sistema de termorregulación humano es capaz de disipar el calor que produce la energía procedente de las antenas y de otras fuentes emisoras, lo que evita daños a la salud”.
Bajos niveles de exposición
Tal es así que la OMS, organización que, al igual que los ministerios de Industria y de Sanidad o la propia Unión Europea, regula y limita los niveles de emisión y exposición a las RF, en este caso a través de la ICNIRP (Comisión Internacional de Protección contra las Radiaciones no Ionizantes), ya estableció en 2006 que “teniendo en cuenta los muy bajos niveles de exposición y los resultados de investigaciones reunidas hasta el momento, no hay ninguna prueba científica convincente de que las débiles señales de RF procedentes de las estaciones de base y de las redes inalámbricas tengan efectos adversos sobre la salud”.
Sin embargo, y fruto fundamentalmente del sensacionalismo de los medios de comunicación, las antenas son percibidas como responsables de la generación de numerosas patologías, caso sobre todo del cáncer –tumores cerebrales y del SNC– y de distintos síntomas que, por inespecíficos –entre otros, cefaleas, ansiedad, cansancio o insomnio–, pueden atribuirse a cualquier enfermedad. El resultado es que las preguntas sobre el riesgo de las antenas en la salud siguen siendo relativamente frecuentes en las consultas médicas.
No así, por el contrario, las consultas sobre otras fuentes de emisión de mucha mayor potencia –TV, radio, etc.–, como tampoco sobre los terminales –los teléfonos portátiles–, igualmente emisores de RF y, según concluyen los estudios realizados hasta el momento, igualmente inocuos. Y es que los teléfonos nunca han compartido, aun mínimamente, el recelo generado en torno a las antenas. Como explican los autores, “curiosamente, las mismas personas que se manifiestan en contra de la instalación de las antenas no parecen preocuparse por las emisiones de sus teléfonos portátiles. Una actitud comprensible porque se relaciona con la aceptabilidad de los riesgos que el individuo asume como voluntarios y teóricamente controlables”.
Riesgos aceptados o no
En relación con los terminales, las evidencias son aún más numerosas, pues la realización de estudios epidemiológicos sobre la influencia de las antenas resulta ciertamente difícil: los niveles de exposición no sólo son muy bajos, sino que no se pueden aislar de los CEM de otras fuentes, caso fundamentalmente de las antenas de TV y radio, cuya potencia de emisión (hasta 200.000 W) es hasta 650 veces superior.
Así, los trabajos llevados a cabo con los terminales, caso fundamentalmente del INTERPHONE, confirman la ausencia de una relación entre los móviles y el incremento de la incidencia de tumores cerebrales o del SNC (meningiomas, gliomas, neurinomas del acústico y de la glándula parótida).
Niveles de exposición
De acuerdo con lo establecido tanto por la OMS y el ICNIRP como por la legislación española (RD 1066/2001), el valor considerado seguro corresponde a una tasa de absorción específica (SAR) media de cuerpo entero de 0,08 W/kg de tejido. Por tanto, como indican los autores, “los niveles de exposición a CEM de RF debidos las emisiones de las antenas de telefonía móvil a los que la población está expuesta se sitúan habitualmente cientos o miles de veces por debajo de los niveles que la OMS considera seguros”.
La información sobre las antenas es pública, gratuita y accesible, y se puede consultar en la página del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio: www.mityc.es/nivelesexposicion
yo estoy convencida de que la exposición prolongada no es en absoluto inofensiva. yo vivo en piso alto y en la azotea convergen mas de 10 antenas de los bloques vecinos. y sobre mi dormitorio la mayoria. y existen efectos negativos sobre la salud. Insomnios, cefaleas, etc. es muy peligroso. Y los estudios, como el caso de otros multinacionales q manejan dinero y fuertes intereses son manipulados para no despertar alarma. La salud es lo más importante. No nos dejemos engañar!!
ResponderEliminarQUISIERA SABER SI CON LA INSTALACION DE LA TDT Y UNA UNICA ANTENA SE REDUCIRIA ESE IMPACTO.