La prestación de asesoramiento independiente a los Estados Miembros es una función de gran importancia en la Organización Mundial de la Salud. Asumimos esa función con seriedad y tomamos las debidas precauciones contra la influencia de posibles intereses impropios. Las decisiones normativas y la respuesta de la OMS en lo que atañe a la pandemia de gripe no han estado sometidas a una influencia indebida de la industria farmacéutica.
La OMS reconoce que la cooperación mundial con diversos asociados, entre ellos el sector privado, es indispensable para alcanzar los objetivos de la salud pública tanto hoy como en el futuro. Se han implantado numerosas medidas de salvaguardia que permiten a la OMS manejar los conflictos de intereses, reales o percibidos, de los miembros que componen sus grupos consultivos y comités de expertos. Los expertos externos que asesoran a la Organización firman una declaración de intereses en la que detallan cualquier tipo de interés profesional o económico que pudiera comprometer la imparcialidad de sus consejos. Si bien acoge las acusaciones de conflictos de intereses con seriedad, la OMS está convencida de su independencia en la adopción de decisiones en lo que se refiere a la pandemia de gripe.
Por otro lado, las denuncias formuladas en el sentido de que la OMS creó una «falsa» pandemia con el fin de proporcionar beneficios económicos a la industria farmacéutica carecen de fundamento científico y son históricamente incorrectas.
Los análisis de laboratorio demostraron que este virus de la gripe era muy distinto, en sus características tanto genéticas como antigénicas, de otros virus gripales circulantes entre la población.
La información epidemiológica aportada por México, los Estados Unidos de América y el Canadá demostró que se producía la transmisión entre personas.
La información clínica, especialmente procedente de México, indicó que este virus también era capaz de provocar una forma grave de la enfermedad y la muerte. En su momento, esos datos no indicaban una situación pandémica, pero tomados en conjunto representaron una importante señal de alerta para la OMS y otras autoridades de salud pública en el sentido de que debían estar preparadas para una situación de ese tipo.
A medida que la pandemia fue evolucionando, los clínicos identificaron una forma muy grave de neumonía viral primaria, de progresión rápida y a menudo mortal, que no corresponde a la pauta de morbilidad observada durante la gripe estacional. Aunque los casos fueron relativamente poco frecuentes, representaron una pesada carga para las unidades de cuidados intensivos.
La propagación geográfica fue excepcionalmente rápida.
El 29 de abril de 2009, la OMS notificó casos confirmados en el laboratorio en nueve países.
Unas seis semanas después, el 11 de junio, la OMS notificó casos en 74 países y territorios de más de dos regiones de la OMS. Esta propagación mundial fue la que llevó a la OMS a ir aumentando el nivel de riesgo pandémico y, por último, a anunciar que estaba en marcha una pandemia.
Para el 1 de julio, se habían confirmado infecciones en 120 países y territorios.
El mundo está atravesando una pandemia real. Calificarla de falsa es no sólo erróneo sino irresponsable. Acogeremos favorablemente todo proceso legítimo de examen que sirva para mejorar nuestra labor.
El 3 de diciembre de 2009, la OMS hizo pública en su sitio web una explicación de la forma en que la Organización recurre a los órganos consultivos en su respuesta a la pandemia.
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